Estudia el arte rupestre (las pinturas y grabados dejados sobre las paredes de cuevas, aleros y paredones) en el centro oeste de la provincia de Santa Cruz. Se trata de grandes mesetas de 800 mts de altura y lagos enormes donde grupos humanos habitaron hace más de 2000 años, dejando dibujos en los reparos que utilizaron.
Al consultarle sobre lo que lo llevó a querer dedicarse a su trabajo, nos contó:
"Decidirme por estudiar la carrera no fue nada fácil, sobre todo porque mi padre es arqueólogo. Terminando la secundaria, con demasiadas opciones para seguir y mucha confusión, acepté la invitación de una colega de mi padre a acompañarlos de trabajo de campo en las cercanías de Necochea, lugar en donde me crié. Fueron 15 días de dormir en carpa, comer guisos, hablar sólo de Arqueología y realizar jornadas extensas de excavaciones, en las que lo único que importaba era sacar tierra de un pozo muy prolijamente con cucharines, pinceles y estecas, para luego pasarlas por un tamiz y encontrar pequeños fragmentos de objetos que dejó la gente hace muchos años. Volví a casa absolutamente fascinado y fue en ese momento en el que tome la decisión de estudiar Arqueología".
En la actualidad, su trabajo consta en recorrer con sus compañeros de equipo de investigación mesetas y lagos en busca de paredes donde pintaron y grabaron mensajes estos grupos humanos para así obtener un registro fotográfico y anotaciones de campo sobre estas evidencias. Por otro lado, durante el resto del año realiza trabajo de laboratorio analizando estas fotos a partir de programas de edición de imágenes y colabora con sus compañeros en la escritura de trabajos científicos y en la difusión de la información que obtienen, tanto para colegas como público en general. Además, colabora en diversas actividades vinculadas con la disciplina, como la organización de eventos científicos, entre otras cosas.
